sábado, 9 de marzo de 2013

Exposicion Equipo 6

Los movimientos Nacionalistas y los procesos de unificación en Italia y Alemania




Italia estaba dividida en siete estados y ocupada parcialmente por Austria.

1815-1870: movimientos revolucionarios por la unificación:

El Tratado de Viena (1814-1815) devuelve a Austria el control del reino de Lombardía-Venecia, le otorga Trentino, Istria, Trieste y Venecia Julia, y le permite gobernar Módena y Parma. Sólo el reino de Piamonte-Cerdeña, el de Nápoles y los Estados Pontificios mantienen la independencia política.
La oposición al dominio austríaco se manifiesta con un sentimiento a favor de la unidad nacional y la Independencia que provoca el nacimiento de una red de sociedades secretas, en especial las que integran el movimiento carbonario (sur de Italia) que desempeña un papel muy importante en las revoluciones de 1820, fuertemente reprimidas por Austria.
En 1831 estallan revoluciones en los Estados Pontificios.
Representantes de diversas regiones, excepto de Roma y unas pocas ciudades fronterizas con Ancona, se reunen en Bolonia y acuerdan el establecimiento de la República como forma de Gobierno.
Tras la muerte del rey Carlos Félix de Cerdeña (1831), Carlos Alberto ocupa el trono, prometiendo una constitución. Giuseppe Mazzini, que creía en la voluntad liberadora del príncipe Carlos Alberto, le anima para que inicie la liberación de Italia. El rey encarcela a Mazzini, a pesar de lo cual los patriotas italianos siguen pensando que le monarca es el líder del movimiento.
Desde su exilio en Marsella, Mazzini fundó en 1831 una organización llamada “Joven Italia” para divulgar el sentimiento nacionalista y republicano entre los italianos. El hecho de que los levantamientos fueran siempre contenidos, provocó que parte de los italianos cuestionaran el uso de movimientos radicales y empezaron a pensar que debería ser otro líder el que dirigiera el movimiento nacionalista.
En 1848, la elección del Papa Pío IX animó a los seguidores de los movimientos nacionalistas, que veían en él un partidario del proceso de unificación italiana. El pontífice hizo un programa de reformas en los Estados Pontificios: perdón para los presos políticos, retorno de los exiliados, libertad de expresión y creación de un órgano de consulta encargado de sugerir nuevas reformas. El ejemplo del Papa fue seguido por los gobernantes de Lucca, Toscana y Piamonte. A pesar de todo, las reformas de 1846 y 1847 intensificaron el movimiento revolucionario.
En enero de 1846 el pueblo de Palermo expulsó al ejército de Fernando II, rey de Dos Sicilias, que en respuesta al estallido de revoluciones en el continente, prometió a sus súbditos una constitución.
Leopoldo II, duque de Toscana, aprobó una constitución para su ducado.
En Turín, el rey Carlos Alberto, asesorado por el conde Camilo Benso di Cavour, prometió también una constitución.
El Papa Pío IX, de mala gana, aceptó una constitución para los Estados Pontificios.
El estallido de la revolución en Viena en 1848, detonó la revuelta que tuvo lugar en Milán el 18 de marzo. El 22 de marzo, el pueblo expulsa de la ciudad a las tropas austríacas. En Viena se repiten los acontecimientos y se proclama la República. Los monarcas absolutistas de Parma y Módena se ven obligados a abandonar sus tronos. En Piamonte, los nacionalistas piden una guerra de liberación para echar a los austríacos de Italia.
El rey Carlos Alberto se fue con su ejército a ayudar a Lombardía y se declara liberador de Italia.
Las esperanzas de liberación del pueblo italiano se esfuman cuando, a finales de abril, Pío IX se niega a participar en la guerra.
A mediados de mayo, la revolución fracasa en Nápoles, y el 24 de julio los austríacos derrotan a los piamonteses.
Un armisticio, contra el que se manifestó el rey Carlos Alberto, permitió a los piamonteses salir de Lombardía.
El rey es derrotado en la batalla de Novora en marzo de 1849, por lo que cede el poder a su hijo Víctor Manuel II.
Pío IX es acusado por los radicales de no haber dado su apoyo a la guerra a favor de la independencia.
En 1848, en Roma estalla una revuelta popular que obliga al Papa a huir de la ciudad.
En su ausencia se proclama la República.
A principios de 1849, el cardenal Antonelli pide ayuda a las autoridades católicas de Francia, Austria, España y Nápoles para acabar con este régimen.
Los austríacos atacan desde el norte y los españoles y napolitanos desde el sur, permitiendo al ejército francés ocupar Roma en julio de 1848, por lo que el poder papal es restaurado.
El rey Víctor Manuel II se mantiene fiel a la Constitución liberal que su padre había iniciado, con lo que favorece que los refugiados políticos procedentes de los estados conservadores buscaran asilo político en Cerdeña.
En 1852 Cavour se convierte en primer ministro de Cerdeña y en 1855 hace que el país participe, junto a Gran Bretaña y Francia, en la guerra de Crimea.
En la conferencia de paz celebrada en París en 1856 Cavour, con la tolerancia del emperador francés Napoleón III, presentó la preocupación italiana como un problema de carácter internacional.
En 1858 Cavour mantuvo una reunión secreta con Napoleón para planear la ofensiva conjunta de Francia y Cerdeña contra Austria para liberar definitivamente italia.. La guerra estalló en 1859. La unión franco-italiana ganó las batallas de Magenta y Solferino.
Napoleón, ante el temor de embarcarse en una guerra larga, abandonó a los italianos y firmó, en julio de 1859 un preacuerdo con los austríacos sin la participación de Cerdeña.
Cerdeña aceptó los términos del tratado de Zurich: Austria cedió casi toda Lombardía a Francia, que a su vez cedió Peschiera y Mantua (Ciudades de Lombardía) a Cerdeña. Se estaba preparando la unificación italiana.
Una serie de leyes aprobadas por voto celebradas en 1860 pusieron de manifiesto el deseo de los habitantes de la Romaña y de los ducados de Parma y Módena de unirse a Cerdeña.
Francia obtuvo, según lo acordado en el Tratado de Turín, las regiones de Niza y Saboya.
En abril de 1860, estalló en Palermo una nueva revuelta contra Francisco II, rey de Dos Sicilias. En mayo, Garibaldi, con la ayuda secreta de Cavour, dirigió una expedición contra Génova en apoyo de la revuelta siciliana.
Garibaldi se hizo con el control en Sicilia y en agosto atacó tierras napolitanas, para acabar entrando en Nápoles el 7 de septiembre.
Francisco II se refugió en una fortaleza de Gaeta.
El gobierno de Cerdeña, mientras simpatizó con la causa de Garibaldi, se mantuvo en una posición neutral. Cuando Garibaldi amenazó con atacar Roma, que estaba protegida por los franceses, se alarmó.
Cavour, con el permiso de Napoleón III, trasladó sus tropas a los Estados Pontificios en un intento de bloquear el avance de Garibaldi.
Cerdeña se hizo con casi la totalidad de los Estados Pontificios dejando al Papa sólo la posesión de Roma y sus inmediaciones.
Al mismo tiempo se celebraban los plebiscitos entre Nápoles y Sicilia, así como en todas las zonas fronterizas y Umbría, todos ellos con resultado favorable a la unión con el reino de Piamonte-Cerdeña, que desde la primera mitad de 1860 había pasado a denominarse Reino de Italia del Norte.
El 17 de marzo de 1861 tuvo lugar la proclamación del reino de Italia. Víctor Manuel II pasó a ser su rey y Cavour el primer ministro. A pesar de todo aún quedaban dos regiones fuera del reino: Roma y Venecia.
Cavour, que estaba trabajando para conseguir una unificación pacífica de todo el reino, murió en junio.
Al año siguiente Garibaldi marchó a Sicilia y organizó la marcha sobre Roma.
El Gobierno italiano, asustado ante una represalia francesa, denunció a Garibaldi, que junto con sus seguidores, fue detenido por las tropas del rey cuando desembarcó en Calabria siendo obligado a rendirse en agosto de 1862.
En 1866 italia se alió con Prusia en la guerra Austro-prusiana contra Austria y finalmente se hizo con el control de Venecia.
Roma seguía siendo contraria a la unificación, animada por la victoria que Francia había obtenido frente a la nueva tentativa de Garibaldi y sus seguidores, que habían sido derrotados en Mentana (1867).
En 1870, las reservas francesas que participaban en la Guerra Franco-prusiana incitaron a Napoleón III a retirar sus tropas de Roma, con lo que los italianos pudieron entrar en la ciudad. En octubre se celebró un plebiscito cuyo resultado fue favorable a la unión con el reino de Italia, y en julio de 1871 Roma se convertía en la capital de la Italia unificada.

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